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La masacre de quechuas y aimaras en Puno



El 9 de enero, los manifestantes se exacerbaron por las declaraciones de la presidente Dina Boluarte. Una vez más, a muchos peruanos, les sonó a una historia conocida: el gobierno de Fujimori de los años 90. La población movilizada pidiendo la renuncia de Boluarte, cierre del Congreso y adelanto de elecciones generales. Hombres armados entrando a sangre y fuego. Esta es la cronología de una masacre en Puno.

En su primer día de paralización regional, las movilizaciones fueron masivas y pacíficas con más de 30 mil personas. El punto de concentración de los quechuas de Macusani, Melgar, Azángaro, San Antonio de Putina, Lampa y Sandia era la ciudad de Juliaca, y de los aimaras de Yunguyo, Ilave, Chucuito, Kelluyo, Acora, Desaguadero y las organizaciones sociales en Puno.

Las primeras protestas se habían iniciado el 6 de enero. Se agravó al escuchar a la presidente Dina Boluarte decir que las protestas eran financiadas por el narcotráfico, la minería ilegal, y terrorismo.

Cuando los manifestantes intentaron tomar el aeropuerto de Manco Cápac hubo enfrentamientos entre la policía y civiles, lo que dejó 7 heridos civiles y 6 policías. Un grupo de enardecidos incendió un vehículo Kaspir. Se intensificó la paralización y las protestas en toda la región de Puno con más bloqueos de vías y puentes.

Así iniciaban los días de terror. Los policías arremetieron con brutalidad y vandalismo, causaron destrozos a una moto torito, atacaron a una madre y a su hijo menor de edad, realizaron disparos en las calles, causaron destrozos a viviendas contiguas al aeropuerto, provocaron alarma en la población con el sobrevuelo de un helicóptero y la presencia de un avión de la Fuerza Aérea del Perú, con un contingente de efectivos de la DINOES.

La población estaba enardecida. Continuaba con las marchas callejeras con más fuerza. Se registraron incendios en la municipalidad de Juliaca y las oficinas de Seguro de Salud. El mismo día hubo un herido de gravedad: Yunny tenía una bala alojada en la cabeza. Él regresaba a su vivienda después de trabajar en las inmediaciones del aeropuerto.

Hubo hechos violentos, la policía sobrevolaba un helicóptero, que disparaba y lanzaba bombas lacrimógenas. Se podían escuchar gritos de terror y de dolor. Fue la única respuesta de los habitantes, que se sentían impotentes ante las vulneraciones de los derechos humanos, a la protesta social y a la vida. Los siguientes días continuaron los enfrentamientos entre la policía y civiles. El domingo, durante la jornada, hubo 5 heridos de gravedad.

La masacre en Juliaca

Nueve de enero. Las organizaciones quechuas y aimaras se concentraron en la ciudad de Juliaca y Puno. La jornada fue multitudinaria con más de 30 mil pobladores, que rechazan al gobierno de Dina Boluarte, pedían el cierre del congreso y adelanto de las elecciones generales.

En Juliaca la protesta se tornó violenta. La masacre empezó pasado el mediodía. Hubo enfrentamientos con la policía durante toda la tarde. A lo lejos se escuchaba la sirena de ambulancias. Algunos fueron llevados en motos lineales, estaban siendo rescatados por la brigada de desactivación de bombas. Los ojos de todo el Perú y los medios internacionales se centraron en el aeropuerto de la ciudad de Juliaca.

Empezaba el conteo de heridos en el Hospital Carlos Monje Medrano. Los medios alternativos y locales, en transmisiones en vivo, reportaron el primer fallecido. La cifra fue aumentando. El médico encargado comunicó a los medios que los pacientes llegaban ya fallecidos o heridos de gravedad. Señaló que la policía estaba usando municiones que destrozaban los órganos internos. Pidió que pare la violencia, porque el personal de salud estaba saturado con el número de heridos y fallecidos.

Los manifestantes recibieron impactos de bala, perdigones y bombas de gas lacrimógena. Hubo 112 personas heridas y 19 fallecidos. Después la cifra subiría a 22.

El primer fallecido fue Gabriel Omar López Amanqui (35). Siguieron  el médico Marco Antonio Samillán Sanga (31), Roger Rolando Cayó Sacaca (22), Edgar Jorge Huaranca Choquehuanca (22) y Reynaldo Ilaquita Cruz (21).

También Yamilet Nataly Aroquipa Hancco (17), Heliot Cristian Mamani Huancco (22), Heder Jesús Luque Mamani (38), Nelson Uber Pilco Condori (21), Rubén Fernando Mamani Muchica (55), Gustavo Illares Ramos (21) y Eberth Mamani Arqui (41).

El conteo de muertos continuaba: Marcos Quispe Quispe (54), Héctor Inquilla Mamani (44), Elmer Solano Leonardo Huanca (16), José Luis Soncco Quispe (29), Paul Franklin Mamani Apaza (15) y Brayan Apaza Jumpiri (15). Este último fue sepultado el 12 de enero.

Durante la tarde del mismo día, se suscitaron enfrentamientos en Puno. También hubo saqueos, destrozos y el incendio de entidades privadas y públicas. La casa del congresista puñeno por Acción Popular, Jorge Luis Flores Ancachi, fue atacada por desconocidos en Ilave. Como resultado de ese hecho hubo 3 heridos.

Dos días después, el 11 de enero, Juliaca seguía de luto. Los informes de necropsia confirmaron finalmente que los 19 civiles fallecieron por impacto de arma de fuego. Los cuerpos recibieron impactos de bala que comprometieron sus órganos vitales.

En medio de escenas de dolor y llanto de familiares, cientos de pobladores acompañaron el sepelio de las víctimas de la represión policial. Fueron enterrados en los cementerios de Juliaca, Azángaro, Huatasani, Pusi y San Antonio de Putina. Los deudos y la población exigieron justicia y culparon de este hecho al gobierno de Dina Boluarte y sus ministros.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Nacional de Derechos Humanos llegaron a la ciudad de Juliaca tras la masacre. Tomaron datos y evidencias de las manifestaciones de la población, familiares de los fallecidos, heridos y detenidos.

Dos víctimas en Macusani

El 18 de enero volvieron a encenderse las protestas. Un grupo destrozó la Municipalidad Distrital de Macusani y el depósito de Backus; fue incendiado el local del Poder Judicial. La represión policial dejó 2 fallecidos: Sonia Aguilar Quispe (35) y Salomón Valenzuela Chua (30). Los dos tenían impactos de proyectil de arma de fuego.

Las dos muertes provocaron una reacción airada y violenta. Al verse sobrepasados por la multitud, los efectivos policiales abandonaron la comisaría y esto facilitó que fuera incendiada por desconocidos.

Los sucesos en Ilave

El viernes 20 de enero Ilave sufrió una de los peores enfrentamientos con la policía. Los agentes dispararon a quemarropa durante la tarde y la noche contra los manifestantes. Todo inició cuando un policía disparó y mató a Isidro Arcata Mamani (62). Hubo también 8 heridos por impacto de bala y 12 personas fueron detenidas, entre ellas un menor de edad.

Este hecho generó indignación y descontrol en la población, quienes quemaron la comisaría, el Banco de la Nación, entidades bancarias y apedrearon la vivienda de policías. Los días pasan y los bloqueos continúan. Los pobladores quechuas y aimaras de Puno y sus comunidades se mantienen firmes y resisten.