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Litio y uranio, un problema radioactivo en Puno



ALERTA. En los últimos años, se percibe por parte de las autoridades de nivel regional y nacional la importancia del litio y sus derivados. Sin embargo, se invisibiliza al uranio, que es un mineral que podría generar graves efectos en la salud de la población y el medio ambiente.

 

La sucursal en Puno-Perú de la empresa canadiense American Lithium, minera Macusani Yellowcake, tiene a su cargo los proyectos de Falchani (litio) y Macusani (uranio). La empresa sostiene que los minerales litio y uranio no están asociados, es decir, se ubican en distintas zonas. Mientras el titular del Ministerio de Energía y Minas (Minem), Jaime Gálvez, en 2021, sostuvo que sería más factible el desarrollo del proyecto de litio si no estuviera asociado al metal radiactivo (uranio). ¿Quién dice la verdad?

 

Si la afirmación de Minem fuera cierta, la explotación de litio, que se anuncia para el año 2026, sería insostenible al no existir normativas que garanticen la gestión y manejo responsable del uranio en nuestros territorios. Las autoridades de nivel regional y nacional, y la propia empresa minera, desde el descubrimiento de litio en 2017 de forma casual, emprendieron la narrativa de posicionar solo la presencia de litio. Se olvidaron convenientemente del uranio, material radiactivo que requiere muchos cuidados para evitar daños a la salud, al medio ambiente y al agua que proviene de las cabeceras Azángaro, Urubamba e Inambari.

 

Desde Derechos Humanos y Medio Ambiente develamos que las 165 concesiones mineras de Macusani Yellowcake se ubican alrededor y sobre el nevado Quelccaya, glaciar tropical más grande del mundo y termómetro que mide el calentamiento global, y sobre sitios arqueológicos declarados como Patrimonio Cultural de la Nación.

 

Esta situación nos convoca a reflexionar y analizar sobre las consecuencias que pueda generar la exploración y explotación de los recursos de litio y uranio en territorio de las comunidades campesinas de Tantamaco, Chacaconiza, Isibilla, Quelccaya, Corani, Chimboya y Pacaje. Asimismo, en las cuencas Azángaro, Urubamba e Inambari.

 

Cuando proponemos que debemos ser más cuidadosos en el manejo y gestión de los recursos de litio y uranio, no nos referimos a que debemos rechazar la actividad minera, sino que debemos establecer normativas y reglamentos que regulen la conducta empresarial que garantice la protección y el respeto de los derechos de las comunidades campesinas quechuas, como la consulta previa, agua de calidad, en cantidad y accesible, y acceso a territorio saludable. Y, por otra parte, potenciar la promoción de paisajes naturales y sitios culturales con los que cuenta la provincia de Carabaya.

 

¿Qué plantean nuestras autoridades sobre la presencia de litio y uranio en los pueblos quechuas? En marzo de 2021, el Consejo Regional de Puno emitió el Acuerdo Regional 039-2021-GRO-CRP. Allí señala que es una bendición contar con litio en el departamento de Puno y solicitan de suma urgencia una normativa que dé viabilidad a la explotación de litio.

 

Teniendo presente que es un mineral radiactivo, ¿qué se piensa sobre el uranio en nuestros territorios?, ¿es una maldición o bendición? Geo Salud sostiene que la exposición al uranio (natural, enriquecido o empobrecido) por encima de lo normal puede generar reacciones con los tejidos en su cuerpo y dañar los riñones. Frente a este dato, ¿seguimos pensando que el uranio da superpoderes?

 

En julio de 2021, el Congreso emitió la Ley 31283, declarando de necesidad pública e interés nacional la exploración, explotación e industrialización del litio y sus derivados. De acuerdo a la interpretación de los congresistas, el litio es un mineral estratégico y de necesidad de primera categoría para los peruanos. No tienen en cuenta la opinión de la población que piensa lo contrario y siente temor a sus consecuencias en la salud y en el medio ambiente. En aquel periodo congresal, los legisladores se olvidaron de pronunciarse sobre el uranio, dando entender que solo existe litio en los distritos de Macusani y Corani.

 

El 7 de noviembre pasado, la Comisión de Energía y Minas, presidido por el congresista Jorge Flores, organizó la II Segunda Sesión Descentralizada en la ciudad de Puno para abordar y recibir opinión del Ministerio de Energía y Minas respecto al Proyecto de Ley 3319/2022-CR, que promueve la industrialización del litio, y del Proyecto de Ley 3346/2022-CR, que propone nacionalizar el recurso estratégico del litio y sus derivados, con la finalidad que la exploración, explotación, industrialización y comercialización esté a cargo del Estado peruano y lo autoriza a desarrollar actividad empresarial.

 

Los proyectos de ley proponen agendar en el Congreso el debate sobre el litio. Sin embargo, nuevamente eluden la oportunidad de entender la postura del Minem y la empresa minera sobre la asociatividad de los minerales de litio y uranio en Carabaya. La carencia de información de las potencialidades y los impactos negativos en la salud y en el medio ambiente que conlleve la exploración y explotación de los minerales de transición ha escalado hasta en el Congreso, ya que desde periodos anteriores se insiste en que se debe aprovechar con prontitud la explotación de litio y sus derivados, invisibilizando la presencia del uranio.

 

Cuando hablamos de litio y sus derivados entendemos a la cadena de producción que se puede obtener como carbonato de litio, cloruro de litio, concentrado minerales de litio e hidróxido de litio. Por consiguiente, el uranio es un mineral distinto del litio. Por lo tanto, requiere un tratamiento especial para no poner en peligro o riesgo la salud de las personas y el medio ambiente. Debemos tener conocimiento de que con la minería de litio se pretende implementar su explotación a tajo abierto, mediante la trituración de las rocas volcánicas.

 

Minem estima que la vida útil de la minería de litio en 26 años con una producción de 23,000 toneladas métricas de carbonato de litio al año, mientras el estudio de la consultoría de DRA sostiene que podría tener 33 años de vida útil con una producción de hasta 85,000 toneladas anuales.